¿Por qué escribí este libro?
Tuve que caer para entender que correr no era un
pasatiempo. Era una cuestión de supervivencia.
Un día, perdí el aliento. No solo el del corredor — sino
también el del hombre. El duelo, el colapso interior, el vacío.
Necesité tiempo, silencio, un paso al lado para volver a
aprender a respirar.
Volví a correr sin ningún objetivo. Solo para ver si una luz
podía volver a encenderse. Y las ganas regresaron. No las
ganas de ganar. Las ganas de avanzar.
Los 800 metros eran la elección obvia. Una distancia brutal,
sincera. Me obligó a escuchar mis límites, a encontrar ese
punto de equilibrio donde el esfuerzo se convierte en
precisión.
Escribí este libro para quienes dudan, para quienes caen y
quieren levantarse. Para decir que a los 48 años aún se puede
correr rápido. Vibrar. Vivir.
Ya no corro para ganar.
Corro para mantenerme en pie.
18,00 €
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